Como viene siendo habitual desde José Luís Rodríguez Zapatero es presidente del Gobierno español, el día 12 de octubre, Fiesta Nacional, se ha convertido en habitual los silbidos por parte de los asistentes al desfile del día de la Hispanidad. Este año, uno de los momentos más solemnes, pero de los más polémicos, fue el de la ofrenda floral en homenaje a los soldados fallecidos en Afganistán: los gritos y abucheos por parte de los militares se mezclaron con los "Vivas a España y al Rey" –en un momento en el que su imagen ha sido agredida con la quema de fotos–, que también pudieron escucharse con nitidez a lo largo de la parada militar.
La atención mediática también estaba enfocada en la llamada del presidente del PP, Mariano Rajoy, a que los españoles hicieran muestra de su españolidad y salieran a la calle con banderas. Y lo hicieron. Sin embargo, en una celebración de estas características, ya de por sí colorida, era difícil diferenciar las adhesiones motivadas por la llamada del líder del PP y las de los familiares de los militares que asisten allí todos los años. Al cierre del desfile, tras el paso de la Sección Hipomóvil de la Guardia Civil y el Escuadrón de Sables de la Guardia Civil, se volvieron a producir los gritos y abucheos contra el presidente. Esta vez el mensaje era claro: corearon “Zapatero, dimisión”.
El presidente del Gobierno restó importancia a los abucheos y silbidos, considerándalos “un clásico”. Además, defendió que los ciudadanos utilicen su libertad de expresión para que cada uno exponga sus opiniones. Para él, su presencia en el desfile de ayer no tuvo una significación especial porque es el séptimo al que ha acudido desde que es secretario general del PSOE. Por contra, Mariano Rajoy comentó que él “no lo hubiera hecho” porque está “a favor de que nadie se meta con nadie”. Desde el PSOE, su portavoz en el Congreso, Diego López Garrido, dijo que los pitidos fueron “muy aislados” y “organizados” por personas que se han dejado llevar por la “estrategia” del PP.
Los abucheos sí causaron un serio malestar en la cúpula militar, y no porque el presidente fuera abucheado, sino porque los silbidos se produjeron en una ceremonia de gran emotividad para los familiares y todo esto merece el máximo respeto de los asistentes a la parada militar, al ser una conmemoración de los militares fallecidos en acto de servicio.
Pues con esto podemos comprobar como un día tan especial como el de ayer se tiñió, como viene siendo habitual, de polémica, y, como siempre, comenzada desde arriba, desde los políticos. Lo que ocurrió ayer fue una falta de respeto hacia los militares y sus familias. Espero que no ocurra más, aunque difícil lo veo.
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